El sentimiento de gratitud no corresponde a una de las emociones básicas.
Todo lo contrario.
Para experimentarla se requiere una serie de procesos complejos en la mente. No todo el mundo puede experimentar gratitud. Es una virtud reservada para los espíritus más elevados y para las inteligencias mejor desarrolladas. Es una actitud existencial.
A diferencia de otros sentimientos, el de la gratitud no aparece como un impulso simplemente. La gratitud exige que haya un sistema de valores éticos, en donde estén resueltos los conceptos de dar y recibir, además de una renuncia a la visión egocéntrica de la vida.
No solamente los seres humanos experimentan este sentimiento. También los animales superiores cuentan con esta virtud, aunque la expresen en forma rudimentaria. Un perro, por ejemplo, entrega su lealtad a quien se ocupa de cuidarlo y amarlo.
Las personas que no son capaces de experimentar gratitud tienen un elevado narcisismo. No solamente tienen problemas de memoria, sino que también dan por sentado que merecen toda la ayuda que reciben. De hecho, muchos de ellos se atribuyen por completo los beneficios que obtienen y omiten por completo lo que los demás aportaron para poder lograrlos.
Edith Sánchez
De otra manera la gratitud viene a ser como darle la vuelta a la tendencia a quejarse y a pensar en lo que no tenemos. Una emoción positiva lleva a otra emoción positiva. Cuando estamos agradecidos, también nos sentimos felices, tranquilos, alegres, amables y cariñosos.
La gratitud es totalmente incompatible con el resentimiento. No se puede estar agradecido y resentido al mismo tiempo. No es de extrañar que los beneficios a la salud de las personas que practican la gratitud salten a la vista. Prefiero pecar de gratitud que de cualquiera otra cosa. De este modo dejaré al mundo mejor de como lo he encontrado.
Uno de los mejores métodos para iniciar la jornada es dedicar unos minutos para agradecer los mejores aspectos de nuestra vida. En nuestra época la proporción de preocupaciones innecesarias no ha dejado de aumentar. El primer paso es recalibar nuestra conciencia en el momento presente para ganar optimismo e ilusión recordando los tres puntos críticos de Séneca: conforme el hombre posee más cosas desea con más intensidad poseer más bienes, tiene miedo a perder lo que ya posee y da por sentado que las cosas que ya tiene como si nunca fueran a agotarse. El emperador romano Marco Aurelio dijo “Uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde”.
He aquí el enorme peso de la gratitud: trasforma lo ordinario en extraordinario, lo común en especial, lo invisible en inminente, lo absurdo en asombroso, lo inútil en imprescindible, lo olvidado en lo más valioso de los tesoros y no solo en lo material sino en la vida, la salud, la compañía de los seres queridos.