
La vergüenza lleva al hombre a no superar la maldad.
La vergüenza lleva al hombre a ser obstinado en su maldad.
Es cierto que la vergüenza, en ciertas circunstancias, puede llevar a una persona a aferrarse a su maldad en lugar de abandonarla. Esto puede ocurrir debido a varios mecanismos psicológicos:
Mecanismos de defensa:
La vergüenza puede ser una emoción muy dolorosa, y algunas personas pueden recurrir a mecanismos de defensa para evitarla. Uno de estos mecanismos es la negación, en la que la persona se niega a reconocer la maldad de sus acciones.
Otro mecanismo es la racionalización, en la que la persona busca justificaciones para su comportamiento, incluso si estas justificaciones son débiles o ilógicas.
Cuando una persona se siente profundamente avergonzada, puede intentar proteger su autoestima aferrándose a la creencia de que sus acciones no fueron tan malas después de todo.
La vergüenza puede crear un ciclo vicioso en el que la persona se siente cada vez más avergonzada y, por lo tanto, se aferra cada vez más a su maldad.
Sin embargo, la vergüenza también puede ser un factor positivo:
Toma de conciencia:
La vergüenza puede ser un indicador de que se ha transgredido un valor moral, lo que puede motivar a la persona a reflexionar y cambiar.
Sentir vergüenza puede ser un primer paso para reconocer el daño causado y buscar la reparación.